La memoria herida y la palabra como resistencia
En el vasto y a menudo confuso panorama de la poesía española actual, donde tantas voces parecen diluirse en un intimismo epidérmico o en el juego verbal sin trascendencia, la aparición de un libro como Afouteza & Certeça, de Sabela Gondulfes, constituye un acontecimiento que nos obliga a detener la mirada y a reconsiderar el sentido último de la escritura poética. Hay en estas páginas una respiración honda, una conciencia clara de que el poema no es un mero artefacto estético, sino un instrumento de indagación en la realidad y, sobre todo, un ejercicio de memoria histórica y sentimental. Gondulfes construye su discurso desde una subjetividad que no renuncia a la dimensión colectiva, entroncando con esa tradición de la poesía social que, lejos de haber caducado, se revela hoy más necesaria que nunca para nombrar las fracturas de nuestro tiempo.
El lector avezado encontrará en este poemario un diálogo fecundo con las voces tutelares de nuestra tradición lírica reciente. No es casual la presencia, explícita o soterrada, de Gabriel Celaya o de Miguel Hernández, ni tampoco la invocación a un Pablo Neruda que actúa como puente transatlántico, uniendo la geografía emocional de Galicia con la experiencia americana. Gondulfes opera una suerte de mestizaje cultural donde la lengua gallega y la castellana conviven no como compartimentos estancos, sino como vasos comunicantes de una misma identidad compleja y plural. La autora rescata palabras como «afouteza» o «agarimo» no por un afán folklorista, sino por la necesidad precisa de nombrar aquello que en el castellano normativo carece de la densidad semántica y afectiva que requiere la experiencia de la tierra y del vínculo familiar.
Resulta conmovedora la manera en que el libro aborda la erosión del tiempo y la fragilidad de la memoria, encarnadas en la figura del padre enfermo de alzhéimer. En poemas como «Tengo la memoria resbaladiza», asistimos a un proceso de despojamiento donde la poesía se convierte en el último asidero frente a la disolución del yo y del nosotros. Es ahí, en esa zona de sombra donde la identidad se fragmenta, donde Gondulfes alcanza sus cotas más altas de intensidad lírica, recordándonos que somos, ante todo, memoria y relato. La mirada retrospectiva hacia la infancia rural, hacia esa «Romana de Paco» donde se pesaba la esperanza, no es un ejercicio de nostalgia estéril, sino una forma de resistencia frente a la deshumanización del presente, una reivindicación de unos valores comunitarios y de una relación con la naturaleza —la «PachaMama»— que el capitalismo tardío se empeña en liquidar.
Estamos, en definitiva, ante una obra de madurez, forjada en el crisol de la experiencia vital y lectora, que no rehúye el compromiso ético con su época. Sabela Gondulfes ha escrito un libro valiente, atravesado por una verdad dolorosa pero iluminadora, que nos interpela directamente sobre nuestro lugar en el mundo. Afouteza & Certeça nos confirma que la poesía, cuando nace de una necesidad auténtica, sigue siendo ese «arma cargada de futuro» de la que hablaba Celaya, capaz de transformar la intemperie en refugio y la incertidumbre en una forma superior de conocimiento. Un libro necesario, que perdurará en la retina del lector mucho después de haber cerrado sus páginas.
Antonio Graña Ojeda
